Los recordatorios de Página/12 han ido multiplicando sus usos con los años. Una vez establecidos como una práctica estable y permanente de recordación, el contenido acumulado en estas publicaciones tan particulares, y la práctica misma, se transformaron en objeto de interés e incluso de estudio. Así surgieron trabajos académicos, publicaciones y muestras que buscaron comprender, dimensionar y conceptualizar este fenómeno, pero que al mismo tiempo implicaron formas de resignificar y actualizar los recordatorios.
Carlos González “Ghandi”, gerente de Extensión Cultural del diario, explica que “estudiantes universitarios han trabajado el tema, incluso de otros países han venido a buscar información” y recuerda que “incluso hubo una discusión en una revista en papel, Ramona, una revista de artes plásticas, sobre si a los recordatorios se los podía considerar arte conceptual. También el arte aparece en los recordatorios, hubo mucha poesía, poesías propias de los familiares o de poetas muy conocidos. Y se realizaron muestras”.
Durante la presentación de “Poesía Diaria”, la muestra que realizó Virginia Giannoni en el Centro Cultural San Martín en 2005 en base a una selección de recordatorios –muestra a partir de la cual se organizó una publicación– las Madres agradecieron a Virginia “haber forjado un eslabón más en esta lucha que se construyó todos los jueves en la plaza” y también explicaron el sentido íntimo de los recordatorios: “los estamos buscando al escribir, los estamos añorando, los estamos teniendo muy presentes” y reconocieron en la muestra la capacidad de poner en valor “la gran resistencia que sostuvimos y que tenemos que seguir sosteniendo”. La propia muestra, según explica Virginia, fue un espacio del que se apropiaron familiares y amigos de las víctimas para intervenirla y resignificarla. Tal es el caso de Eduardo Walger que filmó la presentación y la muestra y realizó una pieza documental llamada Elegía.
Los recordatorios se han constituido también con los años en un acervo colectivo. Algunas personas al interior de organizaciones de derechos humanos tomaron en sus manos el trabajo de recolectar, ordenar y preservar este material, conformando así archivos peculiares, cargados de afecto.
Beatriz Lewin cuenta que la tarea de recortar y organizar los recordatorios fue su modo de encontrar un lugar en Madres de Plaza de Mayo - Línea Fundadora: “Al principio me veían trabajar en silencio, la nueva que trabajaba haciendo cosas con papeles, con diarios (…) Eso estaba todo desordenado tuve que ordenarlo por fecha, recortarlo, ver que no estuviesen repetidos… terminé de ver toda la historia ahí, del 75 al 82, todo ese sufrimiento volcado de la familia”.
Beatriz recortó uno por uno los recordatorios y comenzó a colocarlos en un álbum. Fue su “examen de ingreso, que di por mi cuenta, yo no tenía ingreso a lo que hacían las Madres. Se me ocurrió hacer una tarea, no sabían qué hacía, miraban… Ahora (los dos álbumes) están como en el mejor lugar para que lo hojee la gente cuando viene”. Este trabajo iniciático le permitió a Beatriz acercarse a todos los desaparecidos, “a estos 900 les conozco los nombres, las caras, ya sé quiénes vienen nuevos”, dice.
Algunos años después y sin conocer la tarea emprendida por Beatriz, Syra Franconetti, de la Comisión Vesubio y Puente 12, comenzó un proyecto muy parecido. “Los empezamos a juntar pensando en las fotos, dice. Pero después pensamos que si hay un aviso es porque alguien se preocupó, fue al diario, se hizo responsable, y entonces eso nos sirve para establecer conexiones”. Es decir que el archivo era también una herramienta para vincularse, para acercarse a otros. Se asumía que la publicación del recordatorio era una tarea de militancia, una toma de responsabilidad para hacer visible las desapariciones.
Syra cuenta que empezaron “dentro de la Comisión a juntarlos, a pedido de Guillermo Loruso, que los juntaba y los llevaba a la Asociación Ex Detenidos, nosotros los seguimos juntando, todos los que se publicaban”. La Comisión fue generando así un archivo que le ha permitido hacer un seguimiento en función de su interés y participación activa en el proceso de justicia, al mismo tiempo que asumió la tarea de publicar avisos de modo colectivo, para recordar a sus desaparecidos.
Al igual que Beatriz, Syra comenta que “se supone que si la familia publica, ese desaparecido está ocupando un lugar importante en esa familia”, entendiendo que la publicación es “un homenaje, un recuerdo, es un acto de acercamiento a la figura del desaparecido”. Al mismo tiempo, el recordatorio se convierte en un puente para el vínculo con esas familias, cuyo aporte para los juicios es fundamental.
El mismo diario Página/12, que desde 1988 publica estos avisos, fue conformando también de modo progresivo un archivo. María Eva Fuentes, quien se encargó durante muchos años de recibir y contener a quienes llegaban a la sede del diario con el propósito de publicar, hizo un primer trabajo de sistematización de la información contenida en estos avisos y organizó las fichas que los familiares y compañeros debían completar para publicar su recordatorio.
El proceso en los últimos años se ha hecho virtual y los familiares pueden enviar un mail al diario con el texto que quieren publicar. El archivo se volvió digital, pero el diario conservó en cajas las fichas de papel que los familiares y amigos escribieron de puño y letra durante años, la mayoría de las veces acompañadas de fotografías.
Hace poco más de un año, esas cajas fueron donadas por Página/12 a Memoria Abierta para su preservación, ordenamiento y sistematización, y también para garantizar su acceso público. Cumpliendo el compromiso asumido, Memoria Abierta se encuentra organizando estos materiales e incorporándolos a su catálogo de consulta en línea.